En su estreno en el banquillo del Valencia, allá por la temporada 1999-2000, el entrenador argentino, avalado por una intachable labor en el Mallorca y que catapultaría a los che a dos finales consecutivas de la Liga de Campeones, no sumó tres puntos de una tacada hasta la sexta jornada.
Pero quizá no sea éste el dato más estremecedor, porque la tarjeta de presentación que podía entregar el apodado El Sargento tras la cuarta jornada del Campeonato reflejaba el peor arranque de temporada que recoge su dilatada hoja de servicios, cero puntos de doce posibles, bagaje que arrinconó a los valencianistas en la última plaza de la clasificación.
El potencial de aquel Valencia que rozaría la gloria de ganar una Liga de Campeones convirtió esta decepcionante apertura de campaña en una anécdota. Y así el equipo de Mestalla, después
de un final trepidante -cinco victorias y dos empates- se encaramó al tercer cajón liguero.
El borrón, mejor así siempre, se echó a tiempo de reescribir con los renglones derechos, aunque si antes de aquel mal trago Cúper nunca había concentrado en el arranque de temporada tal huracán de dudas, tampoco su trayectoria posterior ofrece casos similares... hasta ahora.
La lectura optimista: el margen para la reacción abarca ni más ni menos que 34 jornadas.
Sumar dos puntos de los doce primeros que se ponen en juego en un campeonato no sólo esculpe una muesca inhabitual en el palmarés de Cúper, sino que certifica la peor apertura de curso del Betis en los últimos nueve años, tan poco esponjoso a los deficientes comienzos de Liga ha sido un equipo que, aun así, en 2000 se precipitó a Segunda división y que amontona ya dos campañas consecutivas haciendo ejercicios de funambulista.
Excepción hecha del desalentador inicio del Valencia del 99, hasta su llegada al banquillo del Betis Cúper garantizaba al menos cuatro puntos en otras tantas fechas como van disputadas en este momento de la campaña 2007-2008.
En dos ocasiones el arranque se midió en estos números marcados por la mediocridad y uno de los precedentes provoca el recelo del mal augurio. Porque si en 1993, en el Huracán de Buenos Aires, Cúper sólo consiguió los citados cuatro puntos para luego mantener a su equipo en una cómoda decimosegunda plaza, en 2005, ya de vuelta en Mallorca tras su periplo interista, el de Santa Fe igualó la marca y luego levantó al grupo, pero una racha adversa -nueve encuentros sin ganar-, apostada entre el final de la primera vuelta y el principio de la segunda -denominador común en el historial cuperista-, acabó con el entrenador en el paro mientras el Mallorca, al que salvaría Manzano, languidecía en el farolillo rojo a falta de 15 jornadas.
Los diez precedentes restantes sitúan el margen de producción acreditado, salvo desviaciones ocasionales, entre los ocho logrados por el Lanús de Buenos Aires en el 96, el Mallorca en el 98 y el Inter en 2003, y los doce -único pleno- que certificó el cuadro milanés en 2002. Esto se traduce en que de 14 ejercicios como entrenador profesional, en diez Cúper consiguió como mínimo dos triunfos y dos empates. Un registro apoteósico para la realidad actual del Betis.
martes, 25 de septiembre de 2007
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