APALABRÓ SU RENOVACIÓN EN EL MISMO LUGAR DONDE DEL PIERO FIRMÓ SU GRAN CONTRATO
Giovinco sigue el trazo de 'Pinturicchio'
Aquel 23 de mayo de 1996 quedó en la memoria colectiva de la 'Italia bianconera'. Peruzzi, Torricelli, Vierchowod, Ferrara, Pessotto, Conte, Paulo Sousa, Deschamps, Del Piero, Vialli y Ravanelli fue el once juventino que saltó al Olímpico de Roma para medirse al Ajax. El meta de la selección en portería, la defensa más contundente de Europa atrás, un trivote que daba miedo en el centro del campo y una dupla arriba cuya sintonía funcionaba más allá de la rima de sus nombres. Los diez se movían al son del 'catenaccio', del fútbol resultadista que tantos éxitos acumula en el curriculum de Marcelo Lippi.
Sólo faltaba uno. Un veinteañero llamado Alessandro que compaginaba disciplina y fantasía para ganarse la confianza de su entrenador, la idolatría de su afición y la admiración de toda Europa. La 'Vecchia Signora' alzaba su última Champions en una histórica final que se decidió en la tanda de penaltis.
En Italia se dice que la Juventus tiene más aficionados fuera que dentro de Turín. Con la marcha de Roberto Baggio al Milan y el debut con la selección, la "Delpieromanía" se extendió por todo el país transalpino. La prensa lo consagró como 'Pinturicchio', nombre artístico del pintor perugino Bernardino di Betto. Meses más tarde, la Juventus vencía la Copa Intercontinental ante River Plate. Del Piero anotaba el gol de la victoria y era elegido mejor jugador del partido. Giovinco, con 9 años, pertenecía al curso de los que pasaban de Baggio e idolatraban la nueva perla juventina. Para su generación, Alessandro era el icono en que fijarse.
Pocas veces, para desilusión popular, los sueños se ajustan tanto a la realidad. En Italia insisten en que llegar a despuntar a su misma edad, en el mismo equipo, en el mismo vestuario y acordar su gran contrato en el mismo restaurante no pueden ser casualidad. Durante la temporada en que Giovinco recibió la alternativa en el primer equipo, hace tres temporadas, la Juventus regresó a la Serie A. El éxito no tuvo la repercusión de un título, pero seguro que los tifosi juventinos lo recordarán igual o más. Luego tuvo que emigrar a Empoli para demostrar que pese a su 1´64 de estatura y no llegar a los 60 kilos de peso tenía calidad de sobra para jugar en el club de toda su vida. En el equipo toscano marcó seis goles en 35 encuentros, pero el Empoli descendió a la Serie B después de tres temporadas en la élite.
"No debemos esperarle como el Mesías"Giovinco regresaba a casa con un sabor agridulce. Su carta de presentación tenía un borrón demasiado importante como para imaginar ser una pieza clave en el proyecto Ranieri. Como tantos otros futbolistas de la cantera, arribó lleno de ilusión pero con la cabeza gacha. Probablemente pensando que su destino acabaría siendo otro. "Piano piano", que se dice allí, Giovinco se hizo un hueco entre las 25 fichas. La escasez de fichajes, las famosas rotaciones y las últimas lesiones propiciaron su debut en Champions League ante el BATE Borisov. La Juventus perdía 2-0 y dos pases de Giovinco a Iaquinta pusieron el empate. El canterano acaparó titulares y las mejores notas en los periódicos del día siguiente porque fue lo único destacable del partido. 'La hormiga atómica', como apodan a la nueva promesa juventina, salvó a la Juventus del desastre en Minsk.
En Liga, Giovinco volvió a ser el mejor en el empate ante la Sampdoria, pero Ranieri le sentó al siguiente partido contra el Palermo. La Juventus perdió en su estadio y la afición le culpó de no alinear al canterano. "Dejémosle crecer. No debemos esperarlo como el nuevo Mesías", replicó el técnico.
Ante semejante oportunidad, varios clubes tantearon a su agente. La Juventus vio el percal y le convocó de urgencia. En el mismo lugar donde Del Piero se convirtió en el jugador mejor pagado del mundo, en el año 2000, se fraguó la continuidad de Giovinco hasta 2013. Y el restaurante 'Due Spade', situado en Sandrigo (provincia de Vicenza), seguirá siendo parada obligatoria para los fanáticos juventinos. El tiempo dirá por cuanto.
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